Condiciones sociolaborales en Argentina: su repercusión en los trabajadores infantiles
De los techos de los silos que caen sobre trabajadores, de los vagones que siempre llegan tarde y al fín arden, del trabajo desesperado de dos millones y medios de niñ@s trabajadores, de mas del 40% de los trabajadores en negro, del precio de la comida, de los que no podemos sindicalizarnos, de la ganancias no repartidas, de Techin, Rocca, Aluar, de las becas escolares que llegan a destiempo: un casi nunca, de los maestros en las rutas, de los tuberculosos y de la bronqueolitis, de los desplazados por la soja, de los niñ@s con otras lenguas primeras que echados de su selva mueren en esta ciudad, de los presos políticos y de los en proceso, de la sanción de la ley antiterrorista, de la pretendida ley sobre genocidios particulares, de los militantes populares que están en huelga de hambre, de los subsidios a la ganadería, al tomate y a la papa, de Jorge Lopez, de Fuentealba, de Marta Guillermaz, de las condiciones infrahumanas que soportan pensamientos: como en un mar, en la tensión superficial que contiene sus aguas, Argentina alberga un estallido.
Casi la mitad de la población mundial compone el universo de trabajador@s, así 2800 millones de personas constituímos la denominada población económicamente activa (con la edad cronológica para incorporarse legalmente al mercado de trabajo); sin embargo casi 250 millones de niños y niñas deben trabajar। La composición del universo de la fuerza de trabajo es mucho más amplia que la que se toman según los cánones legales. Un excelente dispositivo para ver esta composición de oferta y fuerza de trabajo bajo coerción es el mercado del trabajo en negro, del trabajo no registrado; sin ningún tipo de derechos laborales.
Los hogares cuyos adultos tienen trabajos en negro o se las arreglan con las llamadas changas en cuenta propia, componen los grupos donde encontramos a niños que cuidan hermanitos, acarrean agua, cocinan alimentos entre otras actividades dentro del hogar que son imprescindibles para la reproducción cotidiana de la fuerza de trabajo peor pagado del mercado laboral argentino y esto no es poco en un país cuyos salarios están en su piso histórico. Si incluímos en las cifras que contabilizan a los trabajadores infantiles en Argentina a aquellos que realizan trabajos domésticos, el número asciende a 2.500.000 de niñas y niños en nuestro país (Carola Abrales CTERA-OIT).
Como no ver que los veinte millones de personas que se encuentran por debajo de la línea de pobreza son producto de la valorización de la fuerza de trabajo en un marco de coerción económica: pensemos que la clase trabajadora perdió alrededor de un 24% del salario real promedio, mientras en el año ‘74 los asalariados recibían un 47% de la producción nacional, ahora no llegan al 14%. En tanto en el año 2001 la deuda equivalía al 62% del PBI y ahora, quita incluida, no menos que a un 80 o 90%: “Lo que hoy se presenta como un debate sobre los ingresos, que son las convenciones colectivas, en realidad abarca solamente a 2,4 millones de trabajadores sobre un total de 16 millones, esto es apenas el quince por ciento de la fuerza laboral”.(Claudio Lozano. Idep)
Ésta elevada sustracción de plusvalor en términos históricos en nuestra cotidianeidad tiene consecuencias que arrastran a una amplia mayoría de hombres, mujeres, adolescentes , jóvenes y niñ@s a la pauperización y embrutecimiento: la expropiación de capacidades básicas del ser humano como el pensar crítico, la transmisión de ideas, la creación de experiencias en ámbitos de estimulo y cuidado no deja ajena a las escuelas públicas que cada vez mas expresan procesos de segmentación entre distintas escuelas de un mismo barrio y mecanismos de fragmentación al interior de la misma, utilizando dispositivos de selección por raza, cultura y color quedando vedada la real discriminación por clase social.
No hay comentarios:
Publicar un comentario